Anoche tuve un sueño. Me vi a mí misma abriendo una verja metálica y atravesando un sendero de piedra rodeado de jardín. No era un jardín cualquiera… tenía árboles altos, y una piscina, y diferentes hamacas donde estirarse. Al final del jardín había un porche cubierto, desde donde entré a un chalet que parecía sacado de un cuento fantástico. Me sentía muy pequeñita en medio de esos espacios tan amplios, bellos e increíbles. Me quedaba fascinada con las lámparas de araña que pendían de los techos, con las columnas antiguas que bordeaban las puertas, con la decoración que me trasladaba a una película sueca…
Lo habéis adivinado, ¿verdad? No se trató de un sueño, pero es fácil confundirse. Os estoy hablando del chalet que visité ayer y que no me puedo quitar de la cabeza. Si en las fotos se ve impresionante, esperaros a verlo en vivo y en directo. Está situado en la parte alta de Boadilla del Monte, a las afueras de Madrid, un lugar inmejorable donde desconectar y disfrutar de la familia. No se oye ni un coche alrededor, tan solo a los pájaros. De dos plantas y con cuatro dormitorios, cuenta con una cocina de lujo, un elegantísimo salón con diferentes espacios y un comedor independiente.
¡Os encantará!
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¡Muchas gracias!